El concepto que hoy tenemos de la naturaleza no es el mismo que tenían los filósofos griegos. Ellos entendían la naturaleza como una sustancia permanente y primordial que se mantiene a través de los cambios que sufren los seres naturales. A esa sustancia o naturaleza la llamaban physis. 

El término naturalismo, del latín naturalis, es usado para denominar las corrientes filosóficas que consideran a la naturaleza como el principio único de todo aquello que es real. Es un sistema filosófico y de creencias que sostiene que no hay nada más que naturaleza, fuerzas y causas del tipo de las estudiadas por las ciencias naturales; estas existen para poder comprender nuestro entorno físico.

El naturalismo mantiene que todos los conceptos relacionados con la consciencia y la mente hacen referencia a entidades que pueden ser reducidas a relaciones de interdependencia (Superveniencia) con fuerzas y causas naturales.

Más específicamente, rechaza la existencia objetiva de algo sobrenatural, como ocurre en las religiones humanas. También rechaza la idea de la teleología (atribuir a un proceso una finalidad), viendo todas aquellas cosas "sobrenaturales" como explicables en términos naturales.

No se trata de una mera visión sobre los estudios científicos actuales sino también de lo que la ciencia descubrirá a futuro. El naturalismo ontológico tiene una visión no-dual de la realidad.

 
QUE SIGNIFICABA LA FILOSOFÍA PARA LOS ANTIGUOS 
 
 La filosofía, en el sentido que generalmente se daba a la palabra en el mundo 
antiguo, puede definirse como la búsqueda de la verdad sobre la naturaleza del universo 
y del hombre, búsqueda que los antiguos filósofos y del hombre, búsqueda que los 
antiguos filósofos pensaron que podía conducir al logro y conocimiento seguro de esa 
verdad. Por otra parte, en el mundo antiguo no se experimentaba aún la necesidad de 
separar la filosofía de la teología y de la ciencia, lo que podría haber exigido una 
definición más precisa y elaborada. El primero de esos orígenes se produjo entre los 
jonios, alrededor del año 600 a.C., y su fuerza impulsiva parece haber sido lo que 
Aristóteles señaló como el comienzo de toda filosofía: la maravilla, la curiosidad por la 
naturaleza de las cosas, el deseo de conocer por conocer. La pregunta fundamental de 
los jonios es la siguiente: "¿Por qué las cosas son como son y acontecen como 
acontecen? ¡ Qué curioso es el mundo!" En el segundo origen acaecido en las ciudades 
griegas del sur de Italia durante la segunda mitad del siglo VI a.C., el anhelo que llevó a 
buscar la verdad era distinto. Tratábase del ansia de definición, de la semejanza con Dios 
hasta donde ello fuera posible, a fin de evadirse de la vida mortal y retornar a aquella 
existencia divina de la que se creía que el alma había caído. La pregunta fundamental de 
los itálicos, de los pitagóricos, era: "¿Cómo puedo libertarme del cuerpo de esta muerte, 
de esta amarga y fatigosa rueda de la existencia mortal, y volver a ser un dios?"